Ilke la pequeña aguadora (Cuento tradicional adaptado)

Publicado por HEATHENPRIDE , lunes, 25 de mayo de 2015 11:40



Érase una vez una joven que como suele suceder en todas estas hermosas historias, era de una familia muy humilde. asi que se ganaba el sustento para sus hermanitos y ancianos padres, trabajando de  aguadora en una aldea que prosperaba en la costa de Noruega.

Sucedia  que la pequeña Ilke  tenía dos grandes vasijas con las que transportaba agua desde el cauce del rio a los florecientes negocios de la aldea, a cambio, obtenia siempre alguna pequeña pieza de plata picada o quiza un poco de comida con la que alimentar a los suyos. Cada día empezaba siempre la jornada de la misma manera,  colgaba cada una de las vasijas en los extremos de un palo que llevaba sobre los hombros. De esta manera, transportaba el  agua de un lugar a otro pregonando "agua cristalina y fresca " por toda la aldea.

Una de las vasijas estaba agrietada y ya vieja por el uso y aunque Ilke  la llenaba con esmero, el agua se iba perdiendo por el camino, filtrandose por las grietas, de manera que cuando llegaba a su destino sólo conservaba la mitad de su contenido o a veces, incluso menos. En cambio, la otra vasija estaba totalmente nueva y el agua no se derramaba casi nunca.


La vasija agrietada se consideraba imperfecta, vieja  e inútil, y aunque sabia que las ganancias no eran muchas, sentia que tarde o temprano se impondria un relevo, y un día le dijo a la pequeña aguadora:

-Siento no ser realmente útil para ti y tu trabajo. A causa de mis grietas, el agua que llevo dentro se va esparciendo por el camino y siento que no cumplo mi trabajo a la perfección. Tan solo te causo fatigas y nulas ganancias... quiza sea hora de que me releves...

La muchacha acaricio la superficie rugosa de la vieja vasija, y con voz tranquila respondio;

-Mira… Vamos a regresar a casa , por hoy damos por finalizada la jornada, quiero que no te sientas mal,y sobre todo  quiero que te fijes bien en las flores que verás a nuestro paso y a lo que suceda en torno a ellas ¿de acuerdo?

-Está bien – dijo sorprendida la vasija, no entendia porque su dueña le hacia aquella insolita peticion...pero igualmente acepto cumplir con lo pedido.

Efectivamente, la vasija pudo comprobar cómo el camino de vuelta estaba repleto de hermosas y coloridas flores, y como en torno a ellas, revoloteaban hermosas mariposas, y en perfecta formacion, tambien un ejercito de laboriosas abejas libaban miel en ellas, pero ni contemplando tan bello espectáculo pudo sentirse mejor.

La pequeña aguadora poso con mucho mimo las cantaras y dirigiendose a la mas vieja comento:

-No te sientas mal. Mira que las flores donde trabajan las doradas obreritas de Freya y donde juegan felices las hermosas amigitas de las hadas crecen solamente en el lado del camino por donde tú pasas a diario. Como veía que el agua se salía de tus grietas y que regaba el suelo, planté unas  semillas de flores y todos los días, al pasar, las ibas regando con mimo y  sin darte cuenta. Todo este tiempo han crecido preciosas flores que yo he ido recogiendo y regalando a mi madre...ademas, las abejas agradecidas me dejan a veces tomar un poco de su miel. Si no fuera por ti, todo esto habría sido imposible. Con esto quiero que sepas que nadie es mejor que nadie y que has de aprender a aceptarte tal y como eres, con tus virtudes que las tienes ,y no sentirte mal por tus imperfecciones pues todos tenemos defectos de los que se puede sacar algo bueno... si sabemos ver las luces en vez de las sombras...

Frau Holle y los niños: (Leyenda Germana).

Publicado por HEATHENPRIDE , sábado, 9 de mayo de 2015 1:57

Cuentan los duendes de la vieja Germania,
Que ella desciende a los campos en las noches de invierno
Y sus pies descalzos pisan la nieve, pero no deja huellas
Para acercarse a los hogares entre los gemidos del viento.
Dicen de ella que vigila a las hacendosas madres
Que se privan muchas veces de largas noches de sueño
Dando forma al hilo de lino con el largo huso en sus manos
O se pasan las veladas tejiendo en silencio.
A frau Holle le gustan las esposas hacendosas
Que tejen camisas suaves para sus hermosos pequeños
Por eso remata solicita el trabajo si alguna
Cae derrotada por la fatiga y el sueño.

Detesta sin embargo a la gente perezosa
Que descuida el hogar y el campo y a las bestias en su lecho
Pues no es buena consejera la pereza y el abandono
Cuando se acercan los rigores del invierno.
Dicen de frau Holle las haditas del bosque
Que cuida en su morada de los niños pequeños
Que derrotados por la enfermedad o el rigor del frio
Duermen para siempre su pacifico sueño.
Nadie sabe porque la anciana señora
Teje ella misma largas mantas para el invierno
Y selecciona paciente las mejores plumas
Para mullir el lecho de sus pequeños.
Pero se cuenta que cada noche les arropa
Y no parte a hacer su ronda hasta que les ve durmiendo
Aunque mas de una vez los traviesos pequeños
Cierran sus ojitos y fingen estar durmiendo
Y en cuanto ella se retira, saltan jubilosos
Haciendo trastadas sobre sus lechos.

Guerra de almohadas y una nube de plumas
Volando  alborotadas alrrededor de sus lechos
Caen tapizando de un blanco manto los campos
Desde el gran salon de Holle en los cielos.
Ella observa la blanca nevada y sonrie
Hay de mis traviesos pequeños…
Y tras cumplir su tarea regresa a su morada
Y les sorprende saltando alborozados en sus lechos.
Pone cara de enfado la anciana dama
Aunque en su corazon, siga sonriendo
Ya duermanse pequeños duendecillos!
Regresen al calor de sus lechos
Y uno a uno, les acuesta y arropa
Y vigila amorosa hasta que les vence el sueño.
Hora de dormir mis pequeños tesoritos
Dejemos para mañana los cuentos
Un suave beso de buenas noches en la frente

Que dama Holle vele vuestros sueños!.