La invernada de los animales (Cuento tradicional de los pueblos Eslavos).
Publicado por HEATHENPRIDE , domingo, 19 de junio de 2016 6:33
Un toro que pasaba por
los lindes de un bosque se encontró con un cordero que tambien
vagaba por alli .
–¿Adónde vas,
Cordero? –Le preguntó.
–Busco un refugio para
resguardarme del frío en el invierno que se aproxima –contestó el
Cordero.
–Pues vamos juntos en
su busca.
Continuaron andando los
dos y no a demasiada distancia se encontraron con un cerdo
revolcandose en una charca de barro.
–¿Adónde vas, Cerdo?
–Preguntó el Toro.
–Busco un refugio para
el crudo invierno –contestó el Cerdo.
–Pues ven con nosotros.
Siguieron andando los
tres y a poco se les acercó un ganso que caminaba por el sendero
bastante desnortado.
–¿Adónde vas, Ganso?
–Le preguntó el Toro.
–Voy buscando un
refugio para el invierno –contestó el Ganso.
–Pues síguenos.
Y de este modo el ganso
continuó con ellos. Anduvieron un ratito y tropezaron con un gallo,
al parecer se habia escapado de un corral porque ya estaba viejo y
cansado y no queria acabar como cena del granjero.
–¿Adónde vas, Gallo?
–Le preguntó el Toro.
–Busco un refugio para
invernar –contestó el Gallo
. –Pues todos buscamos
lo mismo. Síguenos –repuso el Toro.
Y de este modo todos
juntos los cinco siguieron el camino, hablando animadamente entre
sí.
–¿Qué haremos? El
invierno está empezando y ya se sienten los primeros fríos. ¿Dónde
encontraremos un albergue para todos – Pregunto el ganso
preocupado.
? Entonces el Toro les
propuso: –Mi parecer es que hay que construir una cabaña entre
todos , porque si no, es seguro que nos helaremos en la primera noche
fría en cuanto desciendan los vientos del norte y caigan las
proimeras nieves. Si trabajamos todos, pronto la veremos hecha.
Pero el
Cordero,acostumbrado a pacer en los campos totalmente despreocupado,
con abundante hierba que mascar a su derredor repuso:
–Yo tengo un abrigo
muy calentito. ¡Mirad qué lana! Podré invernar sin necesidad de
cabaña.
El Cerdo, acostumbado a
comer sobras del campesino y a robar algun nabo del campo de cuando
en vez, dijo a su vez: –A mí el frío no me preocupa; me
esconderé entre la tierra y la paja cortada y no necesitaré otro
refugios
. El Gansoque habia
empezado la discusuin no quiso pasar por cobarde y interesado y
dijo: –Pues yo me sentaré entre las ramas de un abeto anciano, un
ala me servirá de cama y la otra de manta, y no habrá frío capaz
de molestarme entre tantas hojas y ramas; no necesito, pues, trabajar
en la cabaña.
El Gallo , acostumbrado
a reinar en el corral , vago y orgulloso exclamó: –¿Acaso no
tengo yo también alas para preservarme contra el frío? Podré
invernar muy bien al descubierto si encuentro algun arbusto en el que
esconderme y que me sirva de cobijo
. El Toro, viendo que no
podía contar con la ayuda de sus compañeros y que tendría que
trabajar solo, , no quiso porfiar mas para convencerles y les dijo:
–Pues bien, como
queráis; yo me haré una casita bien caliente que me resguardará;
pero ya que la hago yo solo, no vengáis luego a pedirme amparo si
las cosas se os tuercen.
Y poniendo en práctica
su idea,con paciencia y mucho trabajo duro construyó una cabaña y
se estableció en ella. Proronto llegó el invierno y descendio el
viento del norte y con el, el manto de neve de Mara y cada
día que pasaba el frío se hacía más intenso y el manto de nieve
mas espeso
e
. Entonces el Cordero se
dio cuenta de que el frio era muy intenso y de que la nieve habia
cubierto el pasto de los campos y que pronto moriria de hambre sin
nada que comer... asi que se trago su orgullo y fue a pedir albergue
al Toro, diciéndole:
–Déjame entrar, amigo
Toro, para calentarme un poquito.
–No, Cordero; tú
tienes un buen abrigo en tu lana y puedes invernar al descubierto. No
me supliques más, porque no te dejaré entrar.
–Pues si no me dejas
entrar –contestó el Cordero– daré un topetazo con toda mi
fuerza y derribaré una viga de tu cabaña y pasarás frío como yo
. El Toro reflexiono y al
final acabo cediendo y dejando entrar al cordero que prometio ayudar
a hacer acopio de paja y leña coando amainase el temporal afuera, y
de esta forma, pagarse su sustento
. Al poco rato el Cerdo,
que estaba helado de frío y que se habia quedado casi al raso pues
el viento del norte habia esparcido las pajas que le cubrian en su
agujero en el campo, vino a su vez a pedir albergue al Toro
. –Déjame entrar,
amigo, tengo frío
. –No. Tú puedes
esconderte entre la tierra y de ese modo invernar sin tener frío.
–Pues si no me dejas
entrar hozaré con mi hocico el pie de los postes que sostienen tu
cabaña y se caerá.
No hubo más remedio que
dejar entrar al Cerd, que a cambio prometio enseñar a hozar la
tierra en busca de raices enterradas para comer y hacer un horno de
barro, pues estaba acostrumbrado a vivir entre el, por lo que era
buen alfarero.
Al fin vinieron el Ganso
y el Gallo a pedir protección el ganso se cayo de las ramas y venia
magullado , pues el viento era tam fuerte fuera que agitaba las ramas
de los arboles y asi era imposible descansar asu cobijo, en cuanto al
gallo, estaba helado, pues el viento y la nieve habian cubierto su
refigio entre un arbusto y casi queda enterrado vivo entre la nieve.
–Déjanos entrar, buen
Toro; tenemos mucho frío.
–No, amigos míos;
tenéis cada uno un par de alas que os sirven de cama y de manta para
pasar el invierno calentitos.
–Si no me dejas entrar
–dijo el Ganso– arrancaré todo el musgo que tapa las rendijas de
las paredes y ya verás el frío que va a hacer en tu cabaña.
¿Que no me dejas
entrar? –Exclamó el Gallo–. Pues me subiré sobre la cabaña y
con las patas echaré abajo toda la tierra que cubre el techo.
El Toro no pudo hacer
otra cosa sino dar alojamiento al Ganso y al Gallo. El primero
prometio ceder las plumas que mudaba despacio para hacer un buen
lecho calentito junto a la paja, y el gallo se comprometio a hacer
guardia como solia hacer en el corral, pues tenia un sueño ligero y
se despertaba con el menor ruido.
Se reunieron, pues, los
cinco compañeros, y el Gallo, cuando se hubo calentado, empezó a
cantar sus canciones y asi al calor del fuego, todos estaban la mar
de contentos dentro de la cabaña.
La Zorra, paso por las
cercanias de la cabaña y al oírlo cantar, se le abrió un apetito
enorme y sintió deseos de darse un banquete con carne de gallo, una
presa excasa y esquisita en aquel invierno tan duro; pero se quedó
pensando en el modo de cazarlo. Recurriendo a sus amigos, se dirigió
a ver al Oso a su cueva y por el camnino se encontro igual de
famelico que ella ,al Lobo, y les dijoen cuanto estuvieron reunido en
la cueva del oso:
–Queridos amigos: he
encontrado una cabaña en que hay un excelente botín para los tres.
Para ti, Oso, un toro;o una vaca , pues he oido mugidos en medio de
la camcion, para ti, Lobo, un cordero, o una cabra, pues no paraba de
escuchar “meeeeeeeeeeee-beeeeeeeeeeeee” en medio de la cancion y
para mí, un gallo que era el que llevaba la voz cantante!.
–Muy bien, amigo –le
contestaron ambos–. No olvidaremos nunca tus buenos servicios;
llévanos pronto adonde sea para matarlos y comérnoslos.
La Zorra los condujo a
la cabaña en medio del claro y el Oso dijo al Lobo: –Ve tú
delante. Pero éste repuso: –No. Tú eres más fuerte que yo. Ve tú
delante y si me precisas acudire en tu apoyo. El Oso se dejó
convencer y se dirigió hacia la entrada de la cabaña; pero apenas
había entrado en ella cuando el gallo que dormitaba se desperto
oyendo las pesadas pisadas del oso,de este modo desperto al resto de
los 5 amigos.
De este modo, tomando
carrerilla en la oscuridad el Toro embistió al oso y lo clavó con
sus cuernos a la pared; el Cordero a su vez tambien salio de las
sombras y le dio un fuerte topetazo en el vientre que le hizo caer
al suelo; el Cerdo empezó a arrancarl a mordiscos la piel y el
pellejo; el Ganso le picoteaba por todas partes y no lo dejaba
defenderse, y mientras tanto, el Gallo, sentado en una viga, gritaba
a grito pelado: – ¡Dejádmelo de este mí! ¡Dejádmelo a mí!
El Lobo y la Zorra, al
oír aquel grito guerrero y todo el tremendo alboroto que se habia
montado en la cabaña , se asustaron y echaron a correr. El Oso,
mentras tanto, estaba recibiendo en la oscuridad la paliza de su
vida, y cuando con gran dificultad, se libró de sus enemigos y a
tientas encontro en la oscuridad la puerta de la cabaña y salio
corriendo de alli quejandose de dolor y muy malgrecho , y para cuando
acabo alcanzando al Lobo le contó sus desdichas:
–¡Si supieras lo que
me ha ocurrido! En mi vida he pasado un susto semejante. Apenas entré
en la cabaña se me echó encima un czmpesino enorme con un gran
tridente de remover la paja y me clavó a la pared; acudió luego la
que creo era su señora, que empezo a golpearme con el rodillo de
amasar en la tripa, luego aparecio su hijo pequeño, que no paro de
morderme por todas partes y al final, creo que se presento la hija
pequeñña que con un palo me pinchaba por todos lados...a punto
estuvo de sacarme un ojo si no me cubro con la pata!; pero el más
terrible de todos era una voz anciana que legaba desde arriba , alla
en lo más alto y que no dejaba de gritar: ‘¡Dejádmelo a mí!’
Si éste me llega a coger por su cuenta, seguramente se habria
bastado solo para hacerme pedazos!
Ni que decir tiene que ni
el Oso ni el Lobo volvieron a pasarse por la cabaña en lo que quedo
del invierno...en cuanto a la Zorra, se cuido mucho de volver a
cruzarse con los dos ...no vaya a ser que ella acabase pagando al
final los platos rotos...