La leyenda del Jarl Avaricioso: Cuento tradicional Sueco.
Publicado por HEATHENPRIDE , domingo, 23 de julio de 2017 5:39
Cuentan
que, hace mucho tiempo , habito en algún lugar de las tierras del
Norte un poderoso señor de la guerra, que había llegado a tener un
enorme poder y a controlar un gran territorio.
Creyéndose
un hombre importante y lleno de orgullo, decreto que era el mas
grande de todos los Jarl de los fiordos, y dispuesto a demostrarlo,
pensó que lo único que le restaba para demostrar su poder, era
acumular a su alrededor, toda clase de riquezas y objetos
fantásticos que le diesen notoriedad y dejasen claro a todos los
demás señores de las tierras circundantes que el era el mas
poderoso, el mas rico y el primero entre todos ellos.
De
este modo, de nada valieron las protestas y lamentos de su pueblo,
les obligo a trabajar sin descanso en la construccion del mas
fastuoso y enorme salón de ceremonias que las tierras del norte
hubiesen visto jamas. Y esto obligo al pueblo a mantenerse ocupado
mas allá del tiempo de cosechas, y para cuando el trabajo estuvo
acabado, ya era tarde para sembrar y el invierno llego duro y cruel
para el pueblo que paso hambre y necesidad y fue azotado por la
enfermedad causando mucho dolor y muchas perdidas entre las gentes
mas sencillas.
Pero
nada de esto importaba al gran señor de las tierras, solo deseaba
poder y gloria, y si para ello tenia que azotar a los suyos o
someterlos a palos, no tenia reparo en ello. Así, cuando el gran
salón estuvo acabado, se empeño en preparar una gran fiesta de inauguración, y esto aumento aun mas las penas del pueblo, que vieron
como lo poco que les quedaba era saqueado para celebrar un gran
banquete donde por supuesto, el pueblo llano no estaba invitado.
Tras
esto, el fanfarron señor de la guerra , dispuso que sus mejores
guerreros partiesen en todas las direcciones, en busca de los
ansiados tesoros y objetos raros con los que llenar su gran salón, y
hubo muchos que regresaron con grandes riquezas, aunque muchos
hombres se perdieron en los combates para lograrlas, otros, quizá
murieron en el intento por lograrlas, pues nunca regresaron.
De
cualquier modo, esto no detuvo la ambición del terco líder, pues
sabedor del lugar donde otros grandes jefes atesoraban sus grandes
riquezas y tesoros, no estaba dispuesto a ceder en su deseo por
poseerlos y así, mandaba cada vez mas ejercitos en su búsqueda, el
era el mas grande de todos los Jarl de los fiordos, eso tenia que
quedar suficientemente claro.
Pronto
su salón estaba repleto de toda clase de tesoros, y su riqueza era
tal que muchos ya decían de el que podría rivalizar con cualquier
palacio de los reyes mas lejanos, pero para el avaricioso Jarl, no
era suficiente, siempre quería mas, así que sus ejercitos seguían su
búsqueda, saqueando y cada día, aumentaba mas el odio hacia el tirano
del pueblo llano.
Pero
el gran tirano no pensaba en estas cosas, se sentía borracho de
poder, enterrado en montañas de riqueza, no se dio cuenta de que se
estaba debilitando, sus ejercitos estaban fuera, logrando grandes
victorias para el, no importa la cantidad de hombres que hubieran de
morir a cambio... a su alrededor, solo quedaba un puñado de
guerreros en el gran salón, pues pensaba que nada tenia que temer de
un pueblo cobarde y asustado.
Sin
embargo, no tardo en llegar el día en que, un jefe rival, cansado de
su prepotencia, se plantease reunir un ejercito y avanzar hacia sus
tierras, y fue entonces cuando el tirano se dio cuenta de su gran
error. Indudablemente , poseía riqueza y un ejercito mucho mayor que
el que acosaba sus tierras, pero estaba dispersado por todas partes,
tratando de conseguir las riquezas que el tanto ambicionaba, así, que
solo contaba con un puñado de guerreros, muy bien pagados y mejor
entrenados, pero que no podrían aguantar mucho contra un ejercito mas
numeroso si este atacaba sin darle tiempo a estar mejor preparado.
Y
sucedió lo inevitable, los mensajes a sus hombres para que
regresasen a casa a defenderle, no llegarían a tiempo, o
sencillamente, el enemigo se encargaría de interceptarlos, así que,
no podía contar con su ejercito, totalmente desperdigado. Tampoco el
pueblo movió un dedo por el tirano, preferían mil veces verle caer
derrotado y verse al fin libres de su mano dura y mal trato.
Ni
tan siquiera la oferta de oro para conseguir nuevos guerreros le
valió de mucho ...¿¿ quien defendería a un tirano sin tropas para
defender sus tesoros??, ¿acaso no es mas sencillo deshacerse de el y
tomar sus riquezas cuando se haya marchado?.
Nadie
le ayudo tampoco a llevarse su tesoro, cuando intento huir
cobardemente, sus propios guerreros le dejaron plantado y saquearon
parte de sus riquezas antes de intentar desaparecer también para no
ser aniquilados. Así, el gran salón fue saqueado por los invasores,
que, una vez lograron su botín de guerra, se marcharon tan pronto
como habían llegado, en cuanto a los ejercitos del gran tirano, nunca
regresaron de su misión, muchos de los hombres de guerra se dieron
cuenta de que con lo que habían saqueado, podrían comprar tierras y
ser señores, aunque se cuidarían mucho de llegar a ser tan
ambiciosos como su anterior amo.
Dicen del jarl que acabo como un mendigo, pues todos conocían su historia y nadie estaba dispuesto a darle cobijo, así que pronto las riquezas que pudo llevarse consigo, volaron, pues tenia que pagar por cada pequeño favor a un pueblo que había llegado a odiarle.. Si quería cama, tenia que pagar por el alojamiento, hasta si quería un triste mendrugo de pan duro, tenia que pagarlo..de este modo, pronto se vio sin nada, la riqueza y el poder de otro tiempo, se habian esfumado.
En
lo tocante al pueblo, en cuanto se vieron libres de la mano de hierro
del tirano, volvieron a trabajar sus tierras como siempre habían
hecho, y usaron el gran salón como casa comunal y gran granero, y de
este modo prosperaron.
“ Hay
del cuervo avaricioso que almacena semillas en un rincón, sin darse
cuenta de que el grano también se pudre... y de que esta solo para
guardarlo”.