La dama de Castro de Marzá (Tradicion sobre damas encantadas en Galicia).
Publicado por HEATHENPRIDE , domingo, 11 de febrero de 2018 4:03
En castro de Marzá en
las tierras de Palas de Rei (Lugo), hubo un largo periodo en el que
el pueblo llano tenia el hábito de enviar a la dama, que según
los vecinos, habitaba desde siempre en las ruinas de la fortaleza
castro del lugar, un regalo después de la epoca de matanza de
cerdos consistente sobre los buenos trozos de carne de cerdo,
salchichas, tripas, lacón, quesos, etc., en pago a la protección
que se decía, la poderosa Señora, muy bonita por cierto, les
dispensaba.
Dicen que esta poderosa
dama, sin duda alguna antigua deidad celta, protegia a toda la
comarca de calamidades si se la ofrecia su tributo anual, y de este
modo, el pueblo cumplia la tradicion y acudian llegado el tiempo de
cosechas o matanza de ganado a ofrendar a la Dama y ella se mostraba
muy agradecida con ellos por estos favores.
Estos obsequios se los
enviaban en una canasta cuidadosamente tapada y se depositaban en
una piedra llana cubierta con antiguos grabados que está en la
entrada de Folga dos Bois, y van a recogerla al día siguiente, una
vez la gran Señora ha recibido la ofrenda.
Pero ... hace unos años,
algunos vecinos que tenian a su servicio a una niña muy pequeña
como criada , le entregaron el cesto con las ofrendas y le ordenaron:
-¡Bien , sube esto y lo
dejas en la gran piedra como ofrenda a la Señora y vuelve pronto!
La niña fue a cumplir la
orden, pero en esta ocasión se encontró con la Señora, que estaba
sentada en la piedra donde tenía que dejar la ofrenda y con una
sonrisa amable le preguntó:
-Y tú, ¿qué traes ahi
pequeña?
A lo que respondió la
pequeña:
-Esta comida para la Dama
de Castro te traigo, de la casa de Abieira.
La Dama recogió la
canasta y dejo el contenido encima de la piedra y despues procedio
a llenarla de nuevo con carbones apagados que tenia delante; y é
le dijo a la niña:
-Dale muchas gracias a tu
ama y toma la cesta y regresala tal y como te la he dado.
La niña comenzó el
camino a casa, pero como la canasta pesaba más de lo que sus fuerzas
podían, soportar, hubo de hacer muchas pausas por el camino, y asi,
llego tarde a la casa de sus amos, por lo que se gano una buena
bronca.
La pequeña se retiro
llorando a su habitacion, y una vez la cesta se quedo sobre la mesa
de la cocina, el ama la abrio y encontro los carbones dentro, pero ,
orgullosa y poco acostumbrada a trabajar, pensó: "Carbon tengo
todo el que queremos en casa; no vale la pena ni el viaje a la
carbonera ".
Y sin pensarlo mas, llamo
a la pequeña sirvienta y le dijo que ese carbon era todo el pago que
tendria por su ineptitud, y por demorarse tanto como pago esa
semana... y asi, mando a la pobre pequeña llorando a su casa,
cargando con la pesada cesta de carbones.
Cuando la pequeña se
hubo marchado, el ama mando barrer la cocina, y la criada la hizo
llamar alarmada... en el suelo, en lugar de cenizas de carbon, habia
un fino polvillo dorado y brillante, asombrados, descubrieron que se
trataba de polvo de oro puro.
Ni que decir tiene que
por mas que la avara dueña se esforzo en itentar quedarse con el oro
que la pequeña encontro en el cesto al llegar a casa, fue incapaz de
sacar tajada de el, pues la magia de la gran Señora protegia a la
humilde pequeña y a los suyos, los carbones eran oro en casa de la
muchacha...pero se transformaban en serpientes , cucarachas o cosas
peores si la avara ama intentaba apropiarse de ellos.
De este modo, se dice que
la pequeña empleo el regalo de la gran Dama para sacar de la miseria
no solo a su familia, sino tambien a otras muchas de la comarca,
convirtiendose en una benefactora de mucha gente sencilla , de la
Gran Señora del castro, se dice que siguio recibiendo tributos hasta
que la iglesia prohibio tal costumbre...pero ya, consciente de la
avaricia de muchos, solo se dedicaba a dar buenas cosechas a los que
aun creian en ella. Nunca mas se supo de que entregase oro a nadie a
partir del suceso con esta pequeña sirvienta.
De esta misma Dama, se
cuenta otra leyenda popular, donde una vez mas, esta por medio el oro
y la avaricia de algunos.
Hace años, un tal Xan
de Formigueiro , vecino de la aldea de Xuxilde, sastre remendón,
casado y con cuatro hijos a su cargo y con pocos recursos
financieros sobrantes de su humilde trabajo con los que sacar
adelante a su familia, llegó una noche con una máquina de coser, de
manivela , debajo del brazo, después de trabajar todo el día en una
feria de un pueblo cercano, hechando romiendos y arreglando las ropas
de otros para ganarse unas monedas.
El camino era largo, el
equipo pesado, y al llegar a la fortaleza de Marzá en Palas de Rei
(Lugo) cerca de su casa, dejo descansar la máquina en un tocon de
madera y se sentó a descansar en una piedra y a liar un
cigarrillo, y de paso él pobre sastre se puso a reflexionar en su
triste destino, cuando, en el camino que descendía de la colina, vio
a la Dama apareciendo ante el, caminando despacio a su encuentro , y
acabo ensimismado contemplandola, con una emoción profunda. Ella le
preguntó:
- ¿Estás cansado, Xan?
-Yo, señora, estoy muy
cansado.
La Señora, adivinando su
situación y compadeciéndose de él, dijo:
-No penes mas por tus
hijos que yo te ayudaré. A partir de mañana todos los días que
vendrán , descansaras del camino en este mismo lugar, y yo acudire a
darte una onza de oro cada dia, pero de esto, nada ha de saber nadie,
tan solo ha de quedar entre tu y yo.
Dejó al hombre feliz y
satisfecho y no hubo a partir de entonces un día en que no se
pasase el sastre a recoger su moneda, hiciese el tiempo que hiciese.
Con la ayuda diaria, es
fácil imaginar que, poco después, su situación económica habia
mejorado notablemente, ante la sorpresa de su esposa, que no entendió
la causa de esta mejora, y se extrañó mucho, afanandose día y
noche en descubrir como era que, ahora gozaban de buenas ropas, a los
pequeños no les faltaba de nada y tenian comida mas que sficiente.
Él, mantubo la promesa
de no decir nada a nadie, pero una noche, su esposa encargo a un
hombre que siguiese al sastre, y asi, el hombre regreso con el relato
de que el sastre conversaba sentado en una roca con una mujer de
excepcional belleza... y que esta se despidio de el, tomando sus
manos en las de ella (y con este gesto, le entregaba la moneda de
oro, pero el hombre, a cierta distancia y agazapado, no pudo verlo).
La esposa se habia vuelto
caprichosa y avara, pues ahora tenia una vida regalada y facil, no
necesitaba mas que pedir a su esposo cualquier cosa que precisase, y
este se la traia.. Al principio, eran cosas logicas, mejoras en la
casa, las ropas suyas y de sus hijos, alimentos y esas cosas que toda
madre desea en el hogar para los suyos.
Pero, una vez cubiertas
las necesidades basicas, la avaricia y el capricho pudieron mas, y
pronto las necesidades de la esposa eran meros caprichos
innecesarios. Joyas,y otras fruslerias.
En cuanto escucho el
relato, ella entendio que la gran Dama del Castro estaba de por
medio, pero disimulo y dijo que la doncella era sin duda alguna dama
de alta cuna que habia hecho un encargo a su esposo, y que eso era
todo... pero acabo por darse cuenta, de que, con la ayuda de la dama,
tenia una mina de oro inagotable y podia pedir todos los caprichos
que desease. Viviria como una reina:
Xan acudio aquel
atardecer como todos los dias a encontrarse con la Dama, pero esta
llego con cara triste esta vez, y le dijo que habia roto su trato,
que ya no era el unico que sabia de sus encuentros.
El pobre sastre no
entendia nada, juro que nada habia dicho de su pacto, pero la Dama le
conto lo de la avaricia de su esposa y lo del espia que les habia
visto. La Dama le entrego una ultima moneda y le dijo “llevas 100
noches viniendo a mi encuentro, y ya tienes una buena provision de
oro, quiza no suficiente para toda una vida...pero si, para ,
descartando caprichos, vivir sin aprietos con los tuyos . Ahora ve y
no regreses mas por aquí, pues nada mas obtendras de mi... Un
consejo, ata en corto a esa vivora que tienes por esposa... antes de
que su veneno se extienda a tus hijos”.
El pobre sastre regreso
apesadumbrado a casa, y al dia siguiente, pese a los llantos y ruegos
de su esposa, se acabaron todos los lujos, empezo a vender todo lo
que no considerase imprescindible en casa, y el mismo empezo a
administrar los dineros.
No pudo dejar de
dedicarse a su humilde trabajo, pero al menos, con lo que le quedo de
su trato con la Dama, tras la mala cabeza de su esposa, le dio para
ir cubriendo sus necesidades cuando el trabajo escaseaba...
Por fortuna, se dice que
los niños crecieron siendo gente honrada, y que heredaron el negocio
de su padre, llegando a ser costureros y sastres de cierto renombre
en la zona. Se dice que, llamaron a su “obradoiro de costura” A
GRAN DAMA DE MARZÁ, aunque ellos jamas la vieron, como sucedió con
su padre.