MAGNI Y EL RAPTO DE LA PEQUEÑA NINFA

Publicado por HEATHENPRIDE , jueves, 19 de enero de 2012 11:19


Bajo muy de mañana el joven principe

Aun Sunna no habia sacado su carro

A pasearse por la tierra media

Por los bosques en penumbra y los prados

Asi paseaba el joven Magni hijo del trueno

Sin miedos habia sido criado.

Bordeo una montaña y sus rocas

Caminaba sin prisas despacio

Cuando oyo un leve quejido

Desde las tripas de la montaña lanzado

Se acerco al borde de una gruta

Con una enorme losa tapiado

Y escucho dentro el eco de un llanto

Lejano y algo apagado.

Hay de mi!.- se quejaba la voz

Que subi por el arroyo nadando

Y me sorprendieron los malvados gigantes

Y aquí dentro me han encerrado

Hay de mi- suspiraba y sollozaba

Que no vere mas a mis padres y hermanos

Que no abrazare a mi hermana y mi madre

Que lejos del agua me ire marchitando.

Eres tu Grundalidr, ninfa del agua?

Pregunto el joven Magni extrañado

Pegando su oreja a la roca

Que la gruta habia tapiado

Soy yo!- gimio la voz desde dentro

Aquí sola me han encerrado

Y morire seca como flor arrancada

Pues no hay aquí mas que un charco de barro.

Manten mojada tu piel joven ninfa

Aunque el olor del barro te de asco

Que yo Magni te sacare de ahí

Y los gigantes habran de pagarlo

Deja de llorar y alejate de la entrada

Que ya mismo en un instante te saco!

Y los malvados que te han encerrado

Conoceran mi ira y mi enfado.

Hinco Magni su rodilla en tierra

Y acaricio el suelo humedo con su mano

Escuchame Jord madre de mi padre

Tu nieto te esta llamando

Dame tu fuerza y aparta de mi camino

La roca que me esta estorbando

Y devuelve a traves de mi

La libertad a la ninfa del lago!.

Golpeo el muchacho la roca

Con furia y el puño cerrado

Y temblo toda la tierra a sus pies

Como sacudida por la fuerza del rayo

Se quebro la piedra en dos

Como la nuez abierta en canal

Y el pequeño Magni aparto los restos

Para que le dejasen entrar

Con el entro la luz de Sunna

Iluminando como la llama el lugar

Y alli estaba la pequeña Grundalidr

Con los ojos rojos de tanto llorar.

Se abrazaron los dos amigos

Y juntos abandonaron el lugar

Y descendieron hasta el arroyo del valle

Donde ella se dispuso a labar

Su carita y acicalar su pelo

Y empezo alegre a chapotear

Recuperando su piel irisada

Y su pelo plata con reflejos de cristal.

Se despidieron los dos antes del mediodia

Ella descendio por el arroyo hasta el lago

Para contar su encierro a los suyos

Y que Magni la habia salvado

Pero antes de volver al gran salon

A por el yantar con sus padres

Magni necesitaba templar su enfado

Subio montaña arriba a grandes zancadas

A la morada de los gigantes huraños

Habian provocado su ira, hora era de pagarlo.

Irrumpio en la gruta con furia

Reventando la puerta a puñetazos

Derribando a golpes cuanto encontraba

Y a cuantos le salieron al paso

Que aunque fueran horrendos gigantes

Mas grande que ellos era su enfado.

Despues de dejar a sus pies

Un monton de Jotum tumbados

Arrancoles la solemne promesa

De que jamas se acercarian al lago.

No aprovecharian la ausencia de Sunna

Ni la curisidad de las ninfas del lago

No enturbiarian las aguas del rio

Si no querian conocer su enfado

Prometieron temerosos los Jotum

Cumplir al punto todo lo pactado

Pues reconocieron enseguida la fuerza

Del hijo del dios del Trueno y el Rayo.

Regreso el joven Magni a casa

Su madre Sif ya le estaba esperando

Con las viandas puestas en la mesa

Y su padre Thor con un buen regaño

Y aunque narro su aventura a Asathor

Este no creyo nada de lo contado

Hasta que entro Allfather al salon

Con sus dos cuervos en los hombros posados

Y refirio que todo lo dicho era cierto

Hugin y Munin lo habian observado.

De esta forma, acaba la aventura

Del joven Magni y su gran enfado

Que descendio por la tarde a visitar a Grundalidr

Y a jugar junto a Modi y Thrudr en el lago

Mientras su padre comentaba perplejo

Tan pequeño y la que solito ha liado

Pronto heredara por derecho el martillo

Y la gloria del señor del trueno y el rayo!.

El viaje de Magni y Modi.

Publicado por HEATHENPRIDE , domingo, 15 de enero de 2012 8:35


Cuentan que cuando el mundo era aun muy joven, y los hombres aun miraban a los cielos, esperando la intervención de los dioses en sus pequeños asuntos mundanos, existio en algun lugar de Midgard una pequeña aldea poblada por gentes sencillas, al pie de los fiordos, con tierras fértiles alrededor. La vida de esas gentes debiera haber sido sencilla, placentera y feliz, pero la avaricia y la vanidad humana siempre aparecen para torcer las cosas.

He aquí que gobernaba esa tierra un Jarl que habia forjado fortuna en su juventud, de carácter violento, Hrurt “mano de hierro” se habia ganado a pulso su cruel reputacion, de regreso a su tierra natal, compro con toda la plata que pudo reunir, a toda espada mercenaria que encontro en su camino, de este modo, se presento en el fiordo, y no tardo en derrocar por medio de la violencia, no solo al caudillo de su aldea natal, sino a todos los demas señores de las aldeas vecinas. Ya con el terror instaurado y sin oponentes, se autoplocamo “konungr del fiordo” y desde ese entonces, se dedico a tiranizar a las gentes de los alrededores, robando con crueles impuestos todo bien que le parecia deseable y dejando a las gentes en la mas absoluta de las miserias.

No obstante, estas gentes aguantaban como buenamente podian el peso de la avaricia de su señor, y aun encontraban entre sus miserias, un hueco para la solidaridad y para ayudar a los mas desgraciados de entre ellos, aunque poco podian ofrecer ya que todo les era arrebatado.

De esta forma, llegado el invierno, la fatalidad quiso que uno de los vecinos de la aldea, tuviese un fatal accidente cortando leña en los montes, para colmo, su esposa esperaba su tercer hijo, con lo cual, la penuria a la que se verian abocados llegado lo mas crudo de la estacion de los frios, les mataria a todos de hambre.

No obstante, nada de todo esto, parecia importar al poderoso Hrurt, que como cada fin de cosecha, habia mandado a recaudar a sus lacayos, y estos se habian empleado con toda la crueldad que les era habitual, asi, que nada sobraba en la aldea, con todo, los buenos pueblerinos, no estaban dispuestos a ver morir de hambre a esta pobre familia, asi que, cuando la noche cayo, aquel dia de comienzos del Jolmannard , se reunieron muy en secreto en el granero, casi vacio, y resolvieron aportar muy en secreto cada cual lo que pudiera y presentarlo como ayuda a la familia del leñador herido. Al menos los viveres les permitirian aguantar un tiempo, hasta el restablecimiento del cabeza de familia.

Pero en todas partes hay un traidor, una rata asquerosa que por miedo, ansias de poder o mera adulacion, vende a sus amigos, asi que la noticia de los planes de las buenas gentes del pueblo, llego de alguna forma a oidos del señor del Fiordo.

Mientras, aquella noche, habian llegado a la aldea dos viajeros, apenas dos niños de excasa edad, no habia mucho que ofrecer entre las atribuladas gentes que les vieron llegar con cierto asombro, pero aun asi, no se les nego el don de la hospitalidad por aquella noche, y de esa forma, se enteraron de la crueldad del señor de aquellas tierras, y de la necesidad de la familia del leñador.

Pero antes de que toda la reunion en en granero se disolviera, y todos aportasen lo que buenamente podian, llenando con todo algunos cestos que depositaron en una carreta, ya estaban alli los perros de presa de Hrurt, exigiendo los “tributos” que se habian ocultado a su señor. Se presentaron armados y irrumpieron en el granero, exigiendo llevarse el carro con todo su contenido, pero entonces de entre la gente alli reunida, surgio una voz joven canturreando .

Cree el lobo que es el mas fuerte

Contento de su buena suerte

Amedrentando a los corderos

Seguro esta de que no habra nadie

Dentro del cercado

Que le dispute la cena

Asi que se planta desafiante

En las noches de luna plena

Hasta que baja de los altos

El mastin que guarda el rebaño

Y le muestra fiero los dientes

Y al fanfarron le faltan reaños

Y huye con el rabo entre las piernas

Pues sabe perdido el bocado

Al final no es tan fiero el lobo

Y le pierde todo lo ladrado…

De entre todos los asustados campesinos, surgio uno de los niños, que sin parar de cantar, se planto ante las lanzas, y se puso ante el carro, aun no habia acabado su cancion, cuando uno de los soldados intento derribarlo con el asta de su lanza, pero el muchacho le freno en seco, parando el golpe con sus manos pequeñas, pero sorprendentemente firmes. Despues respondio al ataque, con un puñetazo que derribo al hombreton en tierra, como si se tratase de un saco relleno de paja.

Los lacayos apretaron con fuerza sus lanzas, y apuntaron al pecho del muchacho, hasta que del alarmado gentio que cuchicheaba asustado, se presento el otro niño y poniendose justo frente a las puntas de las lanzas hablo con voz desafiante.

- Espera hermano!...me parece que sera mejor que acompañe a esta escoria a ver a ese que se hace proclamar Konungr, pero que carece de la estima de su gente, espera mientras aquí, y no permitas que se lleven el carro,

Despues de ver como un niño de corta edad tumbaba de un puñetazo a todo un hombre, a los perplejos soldados no les apetecia precisamente plantearse la idea de si aquel mocoso podria o no repetir la hazaña, ademas, el que parecia su hermano, tenia la lengua tan suelta y parecia tan resuelto como el.

-Ya basta de tonterias gallinas!- Trono un hombre con la cara picada por muchos granos y expresión fiera, que parecia dirigir a todos los siervos de Hrurt- Nos llevaremos con nosotros a este deslenguado, a ver si ante el jefe tiene tantas agallas. Njell!...toma a cuatro hombres y vigila a esta chusma!. Los demas, seguidme, veremos que hace Hrurt con este gallito!.

Asi se marcharon los soldados escoltando a aquel muchachito que no parecia en absoluto asustado, mientras Njell, un tipo delgaducho y con cara de pocos amigos, se quedaba alli en medio del granero, acompañado por un puñado de hombres, vigilando al otro niño, que le miraba con una expresión entre desafiante y divertida.

En el camino hasta el gran Hoff de Hrurt, los soldados, en especial el que parecia dirigirlos a todos, no pararon de intentar amedrentar al joven que les acompañaba, que caminaba entre ellos con gesto totalmente despreocupado, como si las amenazas de aquellos rudos hombres no fuesen en absoluto con el. Al cabo de un buen trecho de caminata, por fin se plantaron ante el salon del Konungr del Fiordo, y mientras el jefe de la guardia se adentraba tras los enormes portones para pedir ser recibido, el resto de la guardia, se quedo alli fuera, vigilando a aquel mocoso, como si se tratase del mas fiero de los prisioneros.

- Asi que te atreves a dudar de mi autoridad gusano? – Trono la voz de un hombre de aspecto mas bien fiero desde su sitial en cuanto el joven fue llevado a su presencia.

- Dudo de quien pretende ostentar el mando sin ser elegido por el Thing, y de quien hace oidos sordos a los lamentos de su pueblo- Respondio el niño.

- El thing? – pregunto Hururt con expresión burlona – Sabes porque soy Konungr entre toda esta chusma mocoso?, no!!!, por supuesto que no lo sabes. Yo te lo dire!. No hay entre toda esta sarta de cobardes ni uno solo que se atreva a disputarme el derecho al mandato!, no hay entre todo el corral de gallinas nadie que se atreva a sostenerme siquiera la mirada!.

- Eso lo dice un cobarde que se esconde detrás de centenares de lanzas?. Ser el mas fuerte o simplemente el que mas asesinos tenga a su mando no te convierte en el mejor de los Jarls, ni siquiera en un candidato apto para el mando!.

Todos los presentes en el salon temieron que en un arranque de furia, Hrurt ensartase a aquel niño con su espada, pero el tirano solto una sonora carcajada y mirando firmemente a aquel muchachito respondio.

- Es seguro que tu familia no soñaria con poseer jamas ni una brizna de lo que yo poseo, y si todo esto es mio, es porque nadie se ha atrevido jamas a negarmelo. Acaso tengo razon alguna para temer algo de toda esa escoria de cabreros que habitan estas tierras?.

- Mi padre posee dos carneros, y ellos solos se bastarian para derribar de un golpe de sus cuernos este salon, eso, ya que mi padre no se molestaria por gente como tu. Es por eso que me ha enviado a mi y a mi hermano para que te hagamos entrar en razon:

Hrurt se levanto de un salto de su sitial, y tomo una lanza en su mano para apuntar con ella al pecho del muchacho, que tranquilamente asio con sus dos manos el asta de la lanza. El fornido hombreton empezo a tener sudores frios, pese a que empujaba el arma con todas sus fuerzas, el joven que tenia enfrente parecia poder frenar el ataque sin mucho esfuerzo, hasta que, en un movimiento brusco y apretando sus manos quebro el asta de la lanza, haciendo retroceder al tirano asustado.

- Prendedle y cargadle de cadenas- Vocifero exasperado.

Pero todos los soldados que se arremolinaron alrededor del niño, fueron repelidos en cuanto este recogio del fuego del hogar, un atizador de hierro, con el que propinaba golpes tan fuertes a los recios escudos de la guardia, que estos saltaban en astillas, haciendo retroceder a todos los hombres , con el miedo reflejado en su rostro.

Entonces el niño se acerco al grueso pilar central del gran salon, una columna de madera tallada, tan gruesa como el tronco de un roble adulto, y de una altura tal que, sobrepasaba al menos 10 veces la del niño, y apoyando las dos manos sobre el pilar, empezo a entonar con voz potente.

Cree el oso que es poderoso

Anchas son sus espaldas

Y es fuerte como el buey

Piensa que en el bosque es la ley

Y que nadie discute su mandato.

Cree vanidoso que todo panal

Ha de cederle gustoso la miel

Hasta que la abeja horada su piel

Y le hiere en el hocico

Entonces brama furioso

Y bracea enloquecido

Mientras el enjambre enfurecido

Se ensaña con el…

Y gime impotente y se queja

Finalmente no reina en el bosque

El gran oso, sino la abeja….

Y diciendo esto, empezo a empujar el pilar, y ciertamente, parecio que todo el imenso salon crujia, como si la tierra misma temblase y amenazase con tirar abajo la solida construccion. Todos los soldados se agolparon rodeando a su señor, justo en el momento en que el enorme porton del salon era tumbado por las dos manos de un pequeño , que avanzaba con paso firme a reunirse con su hermano…

Tras el, avanzaba una turba de gentes portando toda clase de aperos de labranza, hoces, rastrillos, horquillas, hachas, dispuestos a ajustar devidas cuentas con los mercenarios de Hrurt.

- Ah Modi!!...empezaba a hecharte de menos hermano!. – Saludo el joven que estaba al pie del pilar dejando de empujar, para gran alivio de todos.

- Saludos Magni hemano mio!, veo que has sabido apañarte bastante bien sin mi!. Creo que padre se sentiria orgulloso!.

Los dos muchachos avanzaron juntos hacia el estrado donde se agazapaba un muy amedrentado Hrurt, y nadie oso intentar detenerlos, cuando se hayaron a escasos palmos del tirano que temblaba de pies a cabeza , se detuvieron y hablaron de esta forma:

- Ahora restauraras a las gentes todo lo que hasta la fecha les has negado, y obraras con ellos con la rectitud y justicia que se le suponen a un buen Konungr, o abandonaras mañana mismo estas tierras, puesto que si al amanecer, no se ha obrado como te hemos indicado, vendra a pedirte explicaciones nuestro padre, y no querras conocer su furia.

El asustado Hrurt asintió, y se cuenta que aquella misma noche, se presentaron en la aldea sus lacayos con carromatos cargados de bienes que repartieron entre todos los campesinos, en especial, con la familia del leñador, a la que se dice, que visito un misterioso viajero, de poblada barba roja y anchos hombros, dicen que paso a recoger a sus dos pequeños, y que partieron entre las sonrisas de todos, una extraña noche, donde los cielos se iluminaron con el fulgor del rayo y el estruendo del trueno, pero sin tormenta alguna….

En cuanto a Hrurt, se dice que después de aquella noche, se convirtió en un monarca modelico, atendiendo a las necesidades de su gente, y que mando elevar una piedra runica, donde se mencionaba el paso pòr sus tierras de los hijos del trueno y el rayo, para reclamar justicia, y de cómo el, y todos los venideros harian bien en escuchar el eco de sus voces.