Gestumblindi: Leyendas del Invitado Ciego.

Publicado por HEATHENPRIDE , sábado, 27 de noviembre de 2010 0:41


Esto que voy a narraros esta noche es parte de la tradicion de los pueblos del norte, historias “para alentar el fuego” como estas, se encuentran por todo el folclore de los pueblos Escandiavos (incluyo tambien en ellos a los Islandeses!). Son historias harto extrañas que nos hablan de como la inteligencia vence siempre al mal intencionado.

El protagonista es siempre el mismo...un caminante misterioso de apariencia andrajosa..que esconde un poderoso secreto bajo su sombrero de ala ancha...sentaros pues al calor del fuego, y escuchad los relatos de Gestumblindi.

EL ZORRO CAZADO EN SU PROPIA TRAMPA:

Amanece y tenemos al viajero caminando por un sendero angosto que bordea las escarpadas costas del norte, hace frio y se tapa con una raida capa y cubre su rostro con un viejo y no menos andrajoso sombrero de ala ancha. Ayuda a su caminar, un cayado hecho con una rama nudosa. Los pies cansados del caminante, le llevan a divisar desde un alto, la playa, donde un mar aun bastante furioso bate en las rocas, con fuerza, dejando en la pequeña cala arenosa, multitud de despojos de la tormenta de la noche pasada.

El hombre no tiene prisa, asi que desciende despacio por el sendero que le lleva a pie de playa, y no tarda en divisar sobre la arena de la caleta, en medio de multiples maderos rotos y algas arrastradas por la marea, varias pesadas cajas de madera, posiblemente, restos de algún naufragio. El hombre se acerca curioso y con no poco esfuerzo abre haciendo palanca con un madero, una de las cajas, en ella hay maderas oscuras, negras como tizones, pero a la vez, lisas y brillantes como plata pulida, también en menor cantidad, bolsas que contienen cuentas ambarinas, doradas como oro. Sin duda, un cargamento de gran valor, tambien hay piezas de marfil de morsa de un blanco niveo. Un regalo de la poderosa Ran y su consorte Aegir a un pobre caminante, que no posee mas que lo que porta encima.

El caminante, aun con la apariencia fragil de un anciano, carga una a una las pesadas cajas sobre su espalda, y las oculta de la vista de los extraños entre las rocas del acantilado, en un lugar secreto y seguro. Trasladar las nueve pesadas cajas le lleva toda una mañana de largo trabajo y esfuerzo, pero finalmente, termina la tarea, y puede tomarse un descanso , ya con la seguridad de que su tesoro esta a buen recaudo y bien oculto.

No dispone de mucho para recuperar sus fuerzas, su zurrón se haya vacio, a excepcion de una bota de cuero curtido de la que hecha un largo trago de hidromiel, nada mas tiene que llevarse a la boca, no obstante, el licor parece reconfotarle .

Toma un pequeño taco de la pulida madera negra, y una bolsita de las cuentas ambarinas, y las guarda en su zurrón, el resto, se quedaran alli, lejos de ojos extraños. Contento y resuelto emprende la marcha, le han hablado de una aldea cercana, con suerte, igual alli encuentra reposo y puede negociar con una mercancia que no puede llevar encima muy lejos. Camina un buen trecho, y ya en los inicios de la tarde, llega a la aldea, donde aún queda algo del bullicio de un dia de mercado, como es de esperar, los asuntos de ganado y comercio de alimentos y grano, se cierran en la mañana temprano, pero otros tratos como la venta de pieles y artesania o forjas de metal, estan aun en pleno apogeo.

Deambula entre los puestos que ofrecen hoces, cuchillos y herraduras, y en general toda clase de objetos artesanos de herrero, o los de pieles curtidas o en bruto, de marta, foca y reno o los puestos que ofrecen alfareria y trabajos de cuero repujado ...Nada parece interesarle, hasta que obserba a no mucha distancia a un hombre gordo de anchas espaldas , al pie de unos toneles.

Se acerca y husmea un poco, sin duda se trata de un mercader que ofrece buen hidromiel. Piensa que su bota esta ya casi seca, y que quizá puede llegar a un acuerdo con el mercader, pero aun no se ha acercado lo suficiente, y ya tiene a dos hombres empujandole y increpandole para que se aleje. Sin duda, su aspecto andrajoso no inspira confianza y es facil que le hayan confundido con un ladron de bolsas, muy frecuentes en esta clase de mercados.

El protesta y saca del zurrón la bolsa con las cuentas doradas de ambar, vacia unas cuantas en la mano, y las muestra a los hombres y al gordo, pero este, no parece muy interesado, en nada que no sea, plata ya sea en moneda o al peso. Un poco desilusionado por la negativa y las amenazas para que no insista, el caminante se da la vuelta , pero aún no ha avanzado una docena de pasos y ya se encuentra con la mirada penetrante de un mercader con aspecto de zorro taimado, que al parecer, si ha reparado en el contenido de su bolsita y pretende hacer negocios. Igual, con algo de suerte, el dia no acaba tan mal como habia pensado.

- He visto las cuentas de ambar que posees...sin duda son de una gran belleza...¿Estarias interesado en comerciar con ellas?.

Primer intento del zorro de valorar al conejo que cree su presa, pero el vagabundo esta cansado, y sabe que no va a poder cargar con la mercancia que oculta, asi que piensa que cualquier trato minimamente ventajoso, puede servirle, a fin de cuentas, la plata pesa bastante menos que las pesadas cajas de la playa, y abre bastantes mas puertas.

Asi, ambos hombres entran en una taberna, y en una esquina apartada, conversan amigablemente, junto a unas jarras de hidromiel, que el zorro paga para que se confie el conejo. Asi, los ojos del zorro se iluminan con un brillo de avaricia, cuando oye hablar de un cargamento bastante mayor de maderas exoticas, de la que el pequeño taco que el vagabundo porta, es solo muestra, asi como las cuentas de su saquito, son solo una pequeña parte de un tesoro mucho mas amplio. Por no hablar del codiciado marfil....

Ambos charlan alrrededor de las jarras, pero el zorro trata de engañar a su presa, se muestra muy interesado por lo que se le ofrece, pero alega no tener plata suficiente para pagar tanta mercancia, ofrece a cambio un trueque . Una medida de su mercancia, por una medida de la del vagabundo. Este ultimo, parece de entrada, no muy comvencido, pero tras una segunda jarra, acepta el trato.

Solo hay un par de pegas, pide que ambos lo ultimen y se haga constancia del trato delante de testigos. Al fin de cuentas, nadie impide al mercader intentar apoderarse de lo que es suyo por la fuerza. Resuelven acercarse a casa del Bondi mas poderoso de la aldea, donde el caminante, reclama como suyo el Reki que ha encontrado en la playa. Legalmente asi es, ya que las tierras donde lo ha hallado no pertenecen a Bondi alguno, asi que, cualquier cosa que el mar arrastre a la costa, es legitimamente propiedad del que la encuentre.

El zorro listo, hubiese desconfiado de la treta del conejo, de obligarle a tratar delante de testigos el negocio. Alega el caminante, que de no haber testigos del trato, nada impide al mercader, hacerle desaparecer, y quedarse con la mercancia. El bondi accede a salvaguardar la seguridad del vagabundo , a cambio de una pequeña parte de la mercancia en bruto. Hombre poderoso y respetado entre toda la aldea, el vagabundo sabe que el mercader se cuidara mucho de hacer algo que pueda incomodarle, como jefe de la aldea, el es la ley, y cualquier cosa que ate o desate se hace según su dictado.

Salvado este primer obstaculo, queda lo segundo, el caminante alega tener prisa, desea llegar a un lugar concreto en un plazo proximo, y el invierno se le hecha encima, asi que quiere hacer negocio rapido, no pone reparo en cambiar una medida de su mercancia, por otra de la que pueda ofrecer el mercader, pero exige hacerlo todo en un solo dia. Con su mercancia y ya como hombre con cierta riqueza, puede proseguir camino y venderla en su proximo destino.

-¿Que sucedera amigo si no tienes en tu almacén nada que me satisfaga, o no lo posees en la cantidad suficiente para el cambio, o no logras reunirlo antes de mañana?.

- No temas amigo...tengo amplias existencias en mi almacen, podras elegir entre cualquier cosa que en el encuentres y sea de tu agrado, en todo caso, si no cumplo los requisitos del trato antes de mañana, me comprometo a pagarte una multa de 200 monedas de plata, por cada mercancia que no haya podido proporcionarte, y pongo a Bjarni el jefe de la aldea , por testigo de este compromiso.

Cerrado este ultimo fleco, ambos hombres se dan la mano, sonriendo, hay pues trato. El zorro rie entre dientes, dice tener que salir a dar las ordenes oportunas para que dispongan un carro que regalara con un asno a su amigo, como muestra de buena voluntad para que transporte la carga elegida. Pero ha tramado una treta para engañar al confiado conejo. Corre a ordenar a sus siervos que escondan bien lejos todo cuanto pueda tener un valor elevado en sus almacenes, pensando en su mezquindad, que dejando en sus almacenes solo cosas de escaso valor, el vagabundo no podra reclamar mas que una pequeña parte del valor real de la mercancia que posee.

A la postre, ¿que es lo peor que pueda pasar?. A lo sumo, el caminante reclamara una pesada equivalente en grano, carne seca, o pescado, o quizas las peores de las pieles del almacen, no conviene vaciarlo todo, hay que hacerlo minimamente creible, a cambio del mismo peso, en ambar y maderas exoticas y piezas pequeñas de marfil, que valen al menos 5 veces mas!. El negocio es redondo, y el muy necio ni se dara cuenta del timo.Incluso incluyendo de regalo la carreta peor que posee y un asno que tire de ella, sigue siendo un negocio muy ventajoso. Asi que se apresura a dar las ordenes oportunas a los esclavos para que dejen en el almacen, solo grano , carne seca y pescado ahumado, algunas pieles y baratijas de escaso valor, el resto lo manda esconder. Una vez cerrado el trato, si el jefe de la aldea lo considera deshonroso, siempre se le puede silenciar con un donativo de monedas de plata, los buenos negocios prosperan asi.

Al amanecer del dia siguiente, ambas partes se encuentran en la plaza del pueblo, el mercader ha traido un carro y tres siervos, para cargar la mercancia, mientras, el vagabundo se presenta tan solo y desaliñado como el dia anterior, probablemente haya pasado la noche en algun establo. Sube al pescante del carro, y se dirigen a la playa, al escondite donde espera la mercancia. El mercader no puede creer lo que ven sus ojos, 9 cajas repletas de maderas exoticas, pequeñas bolsas llenas de piezas de ambar, y algunas buenas piezas de marfil de morsa, aunque este en menos cantidad...ordena a los siervos cargarlo todo presto en el carro y muy de buen humor, ofrece al vagabundo un trago de buen vino. Ambos se dirigen ahora en el carro al almacen del mercader, donde se efectuara la pesada y el trueque.

Ya en el almacen, el zorro pretende fingir normalidad, descargan la carga y van a por una romana donde efectuar las pesadas, mientras el vagabundo observa cuanto hay en los estantes y el suelo del almacen, sacos de diferentes granos, fardos de pieles de excasa calidad, vasijas y algunos aperos toscos de madera labrada, algunas herramientas de labranza, odres de cerveza agria, y reservas de carne curada y skreid, las tiras de pescado seco y ahumado, mantequilla en vasijas..en fin, cosas que sin duda pueden tener uso util en la vida de un campesino, pero poco que posea realmente un valor notable, como ya se ha encargado el astuto zorro de disponer. Solo una puerta esta cerrada al fondo del almacen, y el viajero se muestra interesado por saber que hay tras ella.

- No es nada amigo...tan solo guardamos tras ella el estiercol para abonar los campos, antes de recoger lo ultimo que la tierra pueda darnos tras nutrise...no querras realmente entrar a oler esa inmundicia...

Pero el vagabundo insiste, asi que el comerciante no ve razon para negarle el capricho, si quiere oler las boñigas, pues se le cumple el gusto, en cuanto haya cerrado el trato, y desaperecido con sus pequeñeces, podra reirse de su ingenuidad a gusto.

Asi que, los siervos abren la puerta, y tras ella, no hay mas que maloliente estiercol, plagado de lombrices, y moscas, y quiza algún ratón alimentandose de la inmundicia.

- ¿Lo ves amigo?...no hay nada ahi que pueda interesarte, y ya has visto cuanto hay para escoger y proceder al trueque...espero que medites bien tu decision, puesto que, tras la comida, me gustaria cerrar el trato, tu recibes tu carga, y yo la mia, y ambos continuamos nuestros caminos hasta un proximo encuentro....

El hombre asiente y ambos se dirigen a la casa para compartir la mesa, ya que el trato promete ser provechoso, el zorro considera que invitar al conejo a una comida aceptable, no es una gran perdida. Para colmo, el necio no parece tener gran apetito...salvo grandes tragos de cerveza y vino, no ha probado alimento, asi que hasta en eso, ha salido ganando.

Tras la comida, se dirigen de muevo al almacen, a efectuar las pesadas , ya que el vagabundo declara que ya sabe que le interesa llevarse para trueque. El zorro esboza una sonrísa, imagina que como mucho reclamara grano, quiza cerveza a la que es tan aficionado, ¿algunas pieles quiza?, en todo caso, baratijas al peso, comparado con lo que el recibira a cambio.

- En el lugar donde yo vengo- Declara el caminante tras asistir atento a las pesadas de cada material que contenia su mercancia- existe un estanque que da las mejores carpas que hayas probado en tu vida. Tengo un hijo fuerte como un buey adulto, que cria con su dulce esposa a su primogenito y su hermano menor. Gustan todos de acercarse a pescar al estanque...

- No dudo que asi sea- Responde el mercader- me hubiera gustado verlo...pero dime, ¿que deseas a cambio de las cuentas de ambar amigo?

El vagabundo se ahueca el ala de su sombrero, que casi le tapa la mitad del rostro y responde con calma,mientras se alisa la larga barba.

- Ultimamente no hay demasiadas carpas, lo que incomoda grandemente a mi hijo y sus pequeños...He pensado que alimentando a las carpas, tendria de nuevo abundancia de pesca.He visto entre tu estiercol multitud de moscas, grandes, gordas...ideales para cebar a las carpas del estanque!. Deseo que me concedas una pesada de moscas, por cada pesada de ambar...

- Asimismo, he observado que hay en tus almacenes, sin numero de ratones. Hay donde habito, una dama bella como la misma aurora, que posee dos hermosos gatos como animales de compañía. Estima mucho a los gatos, que ultimamente, se muestran apaticos y languidos por falta de caza...y yo estimo mucho su compañía..- Continuo narrando el caminante con aires distraidos- Me complaceria mucho que me entregases en trueque, una pesada de ratones, por cada pesada de marfil que yo te ofrezca. De ese modo, los gatos de la doncella, estaran contentos, y yo disfrutare con agrado de su sonrisa...

- Finalmente y como trueque de las maderas – Continuó el anciano ante la perplegidad del zorro- he observado que entre el estiercol, crecen muchas lombrices. Mi esposa tiene un amplio huerto en las cercanias de nuestra morada, gusta de plantar en el, toda clase de plantas de su agrado, y me complace ver como las cuida con esmero. Pero ultimamente, la tierra esta apelmazada y dura, las lombrices la horadan y reblandecen, y la nutren con sus heces. Me complaceria mucho una pesada de lombrices por cada pesada de mi madera.

De nada sirvieron las protestas del zorro, ahora que habia caido en la cuenta, de que el que el habia imaginado conejo, era en realidad, maestro de los zorros. No podia hecharse atrás, ya que el mismo habia aceptado el trato delante de testigos, tampoco podia escapar de la multa de 200 monedas de plata, si no lograba reunir cada mercancia antes del amanecer, ya que el mismo habia sugerido esa parte del trato, y sabia que era imposible lograr reunir 3 pesadas de moscas, 30 de lombrices, y 5 de ratones antes del amanecer del dia siguiente, por lo que tendria que pagar la cuantiosa multa de 600 monedas de plata como el mismo habia estipulado, para colmo, carro y burro no podian ser descontados, ya que el mismo habia declarado que eran un obsequio...ahora no podia hecharse atrás.

De esta manera, fue el zorro burlado, y con el amanecer del dia siguiente, se presento el vagabundo, acompañado de Bjarni y dos de sus hombres de confianza, para “cerrar del todo el negocio” y recoger su mercancia. Mercancia, que como es natural, no estaba ni mucho menos dispuesta. Ante las protestas del mercader, Bjarni resolvio que, nada habia fuera de lo estipulado en el trato fuera de norma. Las lombrices, moscas y ratones, estaban en efecto, dentro del almacen, por lo tanto, podian ser elegidas por el caminante, si este las consideraba una mercancia valida, las razones para tal conducta, necia según muchos, no variaban para nada la esencia del trato. Asi que, pese a los llantos y ruegos del mercader que declaraba, que pagar tal suma de plata le sumiria en la ruina, el jefe de la aldea considero que, ya que habia sido el propio mercader quien habia fijado la parte de la multa, ahora no podia dehonrarse faltando de niguna manera a su palabra. Igualmente, no convenia al prestigio del comerciante, negarse a que el viajero, se llevase aparte de su bolsa repleta de plata, el carro y el asno prometidos como regalo.

Entre los nordicos se considera un deshonor y alta ofensa hecharse atrás en la palabra dada, y negar a nadie el don prometido. Asi, fue, como el astuto caminante, se fue montado en su carro, con la bolsa repleta...mientras el avaro mercader, se quedaba sollozando, en su almacen, que pronto tendria que vaciar para pagar de alguna forma las perdidas..

Eso si, ratones, moscas y lombrices, siguieron hollando la inmundicia...como sigue la avaricia royendo en el corazon de los humanos...

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