Leyendas de la vieja Dinamarca (II) :El capricho de Gefjon.

Publicado por HEATHENPRIDE , lunes, 14 de mayo de 2012 7:55


- Leyenda de Dinamarca -

En la época en que el Konungr Gylfe reinaba en lo que hoy es Suecia, llegó a visitarlo una mujer cargada de misterio y de rara hermosura. El soberano fue seducido por la belleza de la dama y por la dulzura y armonía de su canto en un banquete que se celebro en honor de la hermosa desconocida. Se dice que su voz era tan melodiosa, que hasta los mastines de caza del monarca, por lo habitual animales fieros y de dificil trato, se tumbaron dociles a los pies de ella, escuchando las notas hipnopticas de la cancion.

. Después que ella hubo permanecido durante varios días en Palacio, cantando y narrando hermosas historias a Gylfe cada anochecer, el monarca, le preguntó qué deseaba que le ofreciera él en prueba de gratitud por el placer que le había causado con su presencia y con su canto, pues declaro no haber escuchado relatos tan hermosos ni haber conocido jamas voz tan dulce como la de aquella mujer. Estaban pues el soberano  y la dama a solas en una dependencia del gran hoff y los servidores se  habían retirado tras haber traído copas con hidromiel, con el que ambos habían brindado. Al fin, ella poso con cuidado su copa y con una sonrisa respondió:

- ¡Oh señor!, grande es tu generosidad por mis modestos servicios!. Yo te pido tan sólo una parte de tus tierras. No temas que vaya a mutilar tu grandioso reino; quiero tan sólo el trozo que yo pueda labrar durante veinticuatro horas con la ayuda de cuatro bueyes. Con esto me considerare mas que pagada y alabare la generosidad de mi señor.

El Rey alzo los brazos contento y con una sonrisa complaciente contestó:

- Poco es lo que me pides hermosa dama!. Te lo concedo gustosamente. 



Mas esta mujer no era de raza humana, sino que pertenecía a la familia de los poderosos Ases y tambien amada por los Vanir , los  primeros dioses soberanos de los guerreros escandinavos , los segundos padres de la fertilidad de esas tierras y se llamaba Gefjon. Hizo venir pues con un hechizo magico a cuatro hijos fuertes y poderosos que había tenido de un gigante en el Iothunheim, y los transformo  en cuatro bueyes dorados como la mies madura; después los unció al arado. 

Trazó luego con este arado y la poderosa yunta de bueyes un surco alrededor del terreno que había elegido, y el surco fue tan profundo que toda la parte que rodeaba fue separada del continente. Con la misma facilidad con la que un cuchillo corta el queso, la tierra se quebro y se separo al paso del arado. Entonces ella unció sus bueyes a este trozo de tierra y los condujo tirando de ella, de modo que la arrastrasen hasta el mar lejano. Una vez que estuvieron en la orilla, los sumergió en el agua y estos tiraron con fuerza caminando sobre los mares  y los llevó de este modo lejos  hasta meter el trozo de tierra separada en el Øresund. Y así nació un nuevo reino la isla que se llamó Zealand.

Cuando el Konungr  supo lo sucedido, fue  presto a ver el trozo de su reino de donde había sido arrancado y arrastrado el terreno de la nueva  isla. Allí se había formado un lago que tomó a ojos del pueblo el nombre de Vänern.  Pues todos aceptaron que este magico suceso era voluntad de los dioses y nada se podia hacer por cambiarlo.

Es curioso notar que aun en nuestros dias este lago tiene exactamente la misma forma que la costa de Zealand. Si en ésta hay un cabo que sobresale, en el lago se dibuja en el mismo sitio gemelo un golfo. Aún hoy la isla y el lago, tienen la misma forma.


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